Maristella Svampa: Nora, Norita, en todas las luchas justas

Andrés Kogan Concejal Las Condes

¡Cuántas bellas historias de lucha nos ha dejado la enorme Norita!

Recuerdo que en noviembre de 2017, cuando asesinaron a Rafael Nahuel, creamos una comisión que hizo algunas intervenciones en el Congreso Nacional, exigiendo justicia. Rafael Nahuel fue un joven de origen mapuche asesinado por la espalda en la zona del lago Mascardi, cuando Patricia Bullrich era ministra de Seguridad, bajo el gobierno de Mauricio Macri.

En la Comisión estábamos con Nora, Jorge Nahuel, Adolfo Pérez Esquivel, Pino Solanas, Quique Viale, Magdalena Odarda y Diana Lenton, entre otres.

Sucedió una vez, solo una vez, que Norita no pudo venir a una reunión. Cerca de medianoche, ese mismo día, recibí un llamado y escuché su voz clara, dulce, inconfundible, disculpándose pues no había podido estar en la reunión porque había ido a conocer a su sobrino-nieto. De paso hizo varias propuestas para hacer funcionar la comisión, para que no se convirtiera en una comisión más.

Cuando cortamos la comunicación, yo estaba muy emocionada. Y pensé: ¡Qué necesidad tiene la gran Nora Cortiñas, que estaba en todos los frentes de lucha, de llamar y disculparse por no haber estado en una reunión!

Desde que tengo memoria, la vi no sólo dando la vuelta todos los jueves en Plaza de Mayo, inclaudicable, exigiendo justicia por los 30.000 desaparecidos. La vi también acompañando las demandas de las organizaciones indígenas, a los piqueteros en el Puente Pueyrredón, la vi defendiendo los glaciares, la vi denunciando el impacto de los agrotóxicos, de la megaminería, del fracking, la vi deviniendo no solo ecologista sino también feminista, en la lucha por el aborto legal…

Amadrinó el Centro de Documentación CeDInCI, donde dejó sur archivo personal. Y amadrinó también el CAJE (Colectivo de Acción por la Justicia Ecosocial), en 2022.

Norita estaba en todas las luchas justas del pasado y del presente. Su agenda de derechos humanos nunca fue selectiva, sino integral.

Por eso es tan inmenso su legado.

Fuente: https://www.eldiarioar.com/sociedad/nora-norita-luchas-justas_129_11412103.html

Yerko Ljubetic: Tenemos que cambiar el paradigma del Estado subsidiario

  • por
Andrés Kogan Convergencia Social

Una motivación personal, que se une a la de carácter político, llevó al exministro y exsubsecretario del Trabajo, Yerko Ljubetic (62), a convertirse en uno de los candidatos a conformar el Consejo Constitucional, la instancia que tendrá una segunda oportunidad -tras el fallido proceso anterior- de redactar una nueva carta fundamental.

“Cuando la actual Constitución se impuso vía fraude y represión el 80, yo estaba preso, había sido parte de un grupo de jóvenes que nos encadenamos en la estatua de Arturo Alessandri denunciando el fraude. Era muy joven, recién en el ámbito de la política, que era básicamente la lucha contra la dictadura”, rememora el abogado y actualmente académico y consejero del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH).

Quien fuera presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (Fech) en 1984 y militante durante 33 años de la Democracia Cristiana -de los chascones, como se le ha identificado al ala más de izquierda-, hoy representa a Convergencia Social (CS) y al pacto Unidad para Chile, que -dice- asumieron el desafío de estar presentes en este nuevo proceso.

– ¿Cuáles son los cambios fundamentales que espera en esta nueva Constitución?

– Tenemos que cambiar el paradigma del Estado subsidiario, que es el que inspira el actual ordenamiento constitucional, con todas las consecuencias que eso tiene acerca de cuál es el rol, las atribuciones, y responsabilidades del Estado, al modelo social de derecho.

Nos importa mucho un desarrollo desde la perspectiva de los derechos humanos, especialmente en relación con una robusta normativa e institucionalidad que proscriba cualquier forma de discriminación, porque eso tiene que ver con problemas estructurales de nuestra sociedad.

Nos parece bien relevante que la Constitución no solo se haga cargo de los principales problemas de hoy, sino que también de los del siglo XXI. La Constitución del ‘80 no solo es ilegítima, sino que está bastante desfasada, es una Constitución del siglo XX y necesitamos una del siglo XXI, y tenga en cuenta el tema del desarrollo sustentable, que la actividad productiva del país tenga como principal consideración la protección efectiva del medio ambiente.

– ¿Qué aspectos del Estado social de derecho deberían estar establecidos en la nueva Constitución?

– El Estado social de derecho no puede limitarse a un decálogo de derechos, que la actual Constitución también los tiene, sin perjuicio de que se puedan complementar o completar como catálogo. La Constitución debe establecer que el conjunto del Estado esté articulado y orientado en la dirección de la solución de esos problemas que nosotros embarcamos bajo el concepto de derechos sociales.

Esto implica diseñar un sistema de instituciones, organismos públicos y agencias del Estado con eficacia y eficiencia en el tratamiento de estos problemas, de manera que los proyectos políticos que compiten cada cierto tiempo por el apoyo de la ciudadanía dispongan de un aparataje estatal eficiente para orientarlo en esa dirección.

– En el ámbito del trabajo, ¿qué se debe considerar en la nueva carta magna?

– Sería muy importante retomar el debate que hubo en el anterior proceso sobre visibilizar y buscar formas del reconocimiento efectivo al trabajo de cuidados, a las personas que cuidan personas.

Es normalmente ejercida por mujeres, lo que supone un factor en la consolidación de una discriminación fáctica, en la medida en que a las mujeres se les impone una carga adicional ya no solo en el trabajo, sino que también el cuidado.

Otro aspecto es la importancia de los derechos fundamentales en el trabajo. A mí me tocó liderar el proceso de reforma a la justicia laboral y que trajo el procedimiento de tutela de derechos fundamentales, que ha ido cobrando mucha importancia, ha modificado la situación de despido cuasi libre, por necesidad de la empresa, a despidos que deben ser justificados.

– En materia de tratados de libre comercio, ¿cómo cree que una nueva Constitución pueda influir en esta materia?

– Ahí yo recurro al concepto de moda en esta materia, que es la negociación habilitante. Los proyectos políticos que gozan del apoyo de la ciudadanía suponen también proyectos económicos que deben tener la posibilidad de concretarse y la Constitución tiene que abrir ese espacio.

A mí me parece del todo legítimo que un gobierno incorpore en su programa un análisis acerca de una política de relaciones económicas internacionales que, sustentada en los TLC, nos ha mantenido con una vocación de ser una economía productora de materias primas con un bajo nivel de elaboración, y postule un modelo de desarrollo que suponga mayores niveles de industrialización y aplicación de conocimiento. Eso es fuente de trabajo calificado para las generaciones jóvenes que hoy día han entrado masivamente a la educación superior que necesitan alternativas de desarrollo técnico profesional.

Hay una limitante, porque los proyectos políticos que aprueba la ciudadanía están encerrados dentro de ciertos marcos establecidos en el actual modelo que no se puede modificar. Por eso, creo que la Constitución tiene que ser habilitante de los proyectos políticos que aspiran al cambio y la transformación de nuestro modelo económico.

– Respecto a la labor del comité de expertos y admisibilidad, ¿cómo evalúa el trabajo que han hecho?

– Me parece bien, pero lo que me importa es dejar claro que ese es un trabajo que está orientado a facilitar el verdadero debate constitucional que va a darse en el seno de la comisión constitucional una vez que sean elegidas las 50 personas. El debate y la decisión sobre qué Constitución se propone a Chile es evidentemente político y no técnico, los elementos técnicos son coadyuvantes y facilitadores de esa discusión, pero no los que la determinan.

– ¿Cómo esperan relacionarse con el centro durante el nuevo proceso?

– Una vez terminada la campaña y que haya personas elegidas de la lista Unidad para Chile y Todo por Chile, debemos entender que el adversario no está al lado sino al frente, y, por lo tanto, tengamos altos niveles de articulación y coincidencia hacia el lado con Todo por Chile, porque tenemos -yo creo- la común comprensión de que el adversario es la derecha y los sectores conservadores que no quieren que nada cambie.

Fuente: https://www.df.cl/df-constitucional/yerko-ljubetic-la-constitucion-debe-ser-habilitante-de-los-proyectos

 

Andrés Kogan Valderrama: Los miedos concentrados en Chile

  • por OPLAS
Los miedos concentrados en Chile

De acuerdo a un estudio realizado por la empresa Ipso, las y los chilenos por quinto mes consecutivo somos los más preocupados por el crimen y la violencia de una lista de 29 países a nivel mundial, lo que llama poderosamente la atención y nos debería empujar a dar alguna respuesta sobre aquello (1).

Lo señalo ya que el miedo de las y los chilenos está muy sobre el promedio de quienes se les preguntó y de países como Israel, Sudáfrica, Colombia, Brasil, Perú y México, siendo que Chile no está ni cerca en índices de criminalidad en comparación a muchos de esos países ni tampoco en ninguna situación de guerra.que explique tal nivel de temor.

Es cosa de revisar el índice de paz global en el mundo, en donde junto a Uruguay y Costa Rica, somos de los países más seguros de la región para vivir, contrastando completamente con el dato anterior (2), lo que nos debiera llevar a reflexionar qué está pasando en Chile y del porque que el miedo está disparado. .

Ante esto, habría que preguntarse qué hace que las y los chilenos tengan tanto miedo y qué consecuencias puede traer aquello para el mismo proceso constituyente en curso, ya que el temor genera desconfianza, inmovilismo y una constante sensación de amenaza, lo que nos deja en una situación muy grande de vulnerabilidad e inestabilidad social.

Respondiendo a lo primero, se vuelve imposible no pensar de inmediato en el rol de los grandes medios de información concentrados en Chile, los cuales de acuerdo a diferentes estudios, es sabido el mal uso que hacen con las noticias referidas a delincuencia y violencia, mostrando una enorme irresponsabilidad pública con el país.

De ahí que revisando lo realizado por el Centro de Estudios en Seguridad Ciudadana de la Universidad de Chile (CESC), nos muestra los patrones tradicionales de cómo los medios enfrentan las noticias de seguridad y cual es el efecto que tienen en la forma de comunicar, destacando la exageración en la presentación de la noticia, dramatismo intenso y adjetivaciones negativas de los sistemas de seguridad (3)

Asimismo, se vuelve interesante lo planteado por la socióloga e investigadora Alejandra Mohor (4), quién señala el enorme impacto en la población de los medios de información sobre cómo vemos la inseguridad, sobre todos de los sectores con menos nivel educacional, mostrando cómo cuando se pregunta sobre lo delictual de manera nacional, la percepción de inseguridad es siempre altísima y aumenta cada vez más.

En cambio, la percepción de inseguridad disminuye cuando se pregunta sobre la propia localidad y barrio más próximo, coincidiendo mucho más con los datos reales, lo que evidencia el efecto nocivo en cómo se construye la idea de un país inseguro, convirtiéndolo de manera automática en la prioridad número uno de las y los chilenos, como nos muestran día a día las encuestas.

Con esto, en ningún caso se busca plantear que no exista un problema de inseguridad, de mayor presencia de armas y de violencia en el país, profundizado con la pandemia, y que no se debe poner énfasis en políticas y programas gubernamentales, sobre todo en los sectores más afectados por la injusticia territorial, pero de ahí a caer en un discurso del terror desde los medios de información, que no condice en lo absoluto con la realidad y que solo alimenta un discurso securitario reduccionista y cerrado en sí mismo se vuelve inpresentable.

Es decir, abre la puerta para que aparezcan políticos populistas, que legitiman una idea de seguridad ciudadana totalmente fuera de marcos de derechos humanos y centrada en el control y la punición, planteando un discurso bélico contra la delincuencia, como si esta no tuviera relación con múltiples factores de riesgo, determinantes sociales y con la falta de políticas preventivas situadas territorialmente.

Por lo mismo, el porqué los medios le dan tanto espacio al tema de seguridad, no se explica suficientemente porque da más rating solamente, sino también, como bien plantea la socióloga e investigadora Chiara Sáez (5), porque se ha instalado un discurso de seguridad nacional sobre un enemigo interno, que luego del retorno a la democracia, pasó del subversivo al delincuente común como el gran enemigo a combatir y derrotar sea como sea, para preservar el orden público.

Dicho todo esto, aquel miedo construido desde los grandes medios concentrados, seguramente fue también un factor relevante para el rechazo de la propuesta constitucional el 4 de septiembre del año pasado, lo que se podría profundizar este año 2023 para el nuevo proceso en curso en el país, que se ve bastante incierto, pese al acuerdo entre los partidos políticos para una carta magna.

En otras palabras, debiera seguir aumentando la preocupación de las y los chilenos por el crimen y la violencia, pese a mejoras en los datos sobre seguridad ciudadana, ya que el relato de los medios está instalado mas fuerte que nunca en Chile, lo que deja en bandeja el escenario para que la ultraderecha negacionista lo use para desprestigiar nuevamente el proceso constitucional.

No es casualidad por tanto, que el aumento del temor de la población se mantenga, a pesar de que no haya un aumento de los delitos de manera significativa con respecto al año pasado, como mostró el último índice de Paz Ciudadana, reflejando algo mucho más profundo detrás y que muestra cómo los medios de información concentrados son productores de miedos finalmente (6).

Como salida a esto, a corto plazo, se vuelve inviable una necesaria ley de medios que busque regular esta problemática y una recuperación de TVN como canal realmente público, ya que tendría una oposición feroz desde la derecha y sería usado por los grandes grupos económicos para acusar al gobierno de intervencionista, autoritario y contrario la libertad de prensa, por lo que no sería una buena idea dado el contexto actual y la correlación de fuerzas.

En consecuencia, hay que poner a la seguridad como un tema central, no sólo a través de un mayor financiamiento, de una nueva política nacional y de de un ministerio específico, así como una reforma a carabineros y a la ley orgánica de municipios, como bien está impulsando el gobierno de Gabriel Boric, sino también dentro de la nueva constitución que se escribirá, de manera de poder contrarrestar en algo la idea de que la delincuencia está fuera de control, desatada y que no se hace nada al respecto, a pesar de que la evidencia diga algo muy distinto.

1: https://www.ipsos.com/es-cl/por-quinto-mes-consecutivo-los-chilenos-se-muestran-como-los-mas-preocupados-por-el-crimen-y-la

2:https://datosmacro.expansion.com/demografia/indice-paz-global

3:https://www.cesc.uchile.cl/publicaciones/op_04_construccion.pdf

4: https://youtu.be/wxGJcrc8fnM

5: https://youtu.be/zlqQgSL0vDo

6:https://www.emol.com/noticias/Nacional/2022/10/26/1076677/indice-de-paz-ciudadana-2022.html

Entrevista a Pablo Stefanoni: “Hay algo en estas nuevas derechas de retorno de lo reprimido”

  • por
Andrés Kogan Valderrama OPLAS

Doctor en Historia, el investigador argentino es el autor de un ensayo escrito con lucidez y asertividad y de título provocativo: ¿La Rebeldía se Volvió de Derecha? Publicado en 2021, su lectura resulta especialmente pertinente ante el auge de la derecha en el mundo. Audaces y políticamente incorrectas, dice, las nuevas derechas se visten de transgresión y están capitalizando el descontento social, mientras la izquierda aparece asociada a la corrección política.

Herido, con los brazos abiertos y la mueca de su rostro convertida en sonrisa, el Joker es aclamado por las hordas callejeras. La última imagen de la película de Todd Phillips muestra al Joker -un tipo rechazado socialmente, que recibe ayuda social del Estado- convertido en el héroe de la rebelión de los marginados. El filme causó controversia en su estreno en 2019 y fue criticado por incitar a la violencia. Pero el verdadero peligro, según el documentalista Michael Moore, era no verla: en ella hay un espejo social, con un payaso perturbado, “pero no está solo, nosotros estamos a su lado”.

Desde luego, no fue la única lectura. En las redes de la derecha, el británico Paul Joseph Watson se preguntó: “¿Por qué el establishment tiene tanto miedo de esta película?”. Entre otras cosas, dijo, “porque la forma en que nos lavan el cerebro para llevar una vida de consumismo que crea un caldo de cultivo para la soledad, la desesperación y la enfermedad mental. Porque nos han enseñado que las personas que piensan diferente son un peligro para la sociedad y deben ser condenadas al ostracismo, intimidadas y censuradas”.

Más allá del verdadero sentido del filme, las diferentes lecturas muestran “la dificultad radical con la que nos enfrentamos hoy para dar cuenta de la orientación política y cultural de la rebeldía”, dice el investigador argentino Pablo Stefanoni.

Doctor en historia, el autor dice que en las últimas décadas la izquierda fue identificándose con la corrección política, mientras desde la derecha aparecían fuerzas que capitalizaban la indignación social con discursos radicales. “En otras palabras, estamos ante derechas que le disputan a la izquierda la capacidad de indignarse frente a la realidad y de proponer vías para transformarla”, escribe en su libro ¿La rebeldía se volvió de derecha?

Publicado en 2021, el libro lleva un subtítulo largo: “Cómo el antiprogresismo y la anticorrección política están construyendo un nuevo sentido común (y por qué la izquierda debería tomarlos en serio)”. Y su lectura parece especialmente adecuada para comprender el escenario actual, con el auge de fuerzas de derecha alternativa o radical en el mundo, desde Suecia -el paraíso de la socialdemocracia europea- a Italia, donde Giorgia Meloni llega al poder como primera ministra desde Hermanos de Italia, un partido de derecha radical, pasando por las figuras de Marine Le Pen en Francia, Víctor Orban en Hungría o Jair Bolsonaro en Brasil, sin olvidar la herencia de Donald Trump en Estados Unidos.

Con lucidez y asertividad, Pablo Stefanoni analiza el modo en que la derecha conservadora y liberal fue perdiendo espacio ante movimientos más radicales. Y la forma en que estas nuevas derechas están recogiendo el descontento social, sus estrategias y aciertos comunicacionales, y los desafíos que plantea a la izquierda política.

El libro tiene un título paradojal: la derecha solía ser sinónimo de conservadurismo. ¿Qué ocurrió que ahora se ha vuelto rebelde o transgresora?

El título del libro es, en efecto, una pregunta-provocación. Busca poner el foco en el hecho de que en estos años, las nuevas derechas alternativas o nuevas extremas derechas están canalizando una parte del inconformismo social. Si hace poco más de una década el libro/manifiesto Indígnense, del nonagenario Stéphane Hessel, fue una referencia de los movimientos de protesta que se movilizaban contra la globalización neoliberal, hoy esos movimientos se han debilitados, la indignación en Occidente continúa pero parece estar cambiando de signo. Incluso decirse de derecha para algunos jóvenes resulta cool.

¿Estamos en un momento de revolución desde la derecha, la restauración conservadora o una contrarrevolución?

Estamos, sin duda, ante transformaciones en el universo de las derechas. Una liberal-conservadora como Anne Applebaum –que añora la época de Reagan y Thatcher-, se queja amargamente en su libro El ocaso de la democracia de la conversión de muchos de sus amigos a las derechas iliberales. Si bien hay muchas diferencias entre estas derechas, son un instrumento que muchos votantes encuentran para rechazar el statu quo. El trumpismo ha expresado un tipo de rebeldía de derecha que lo trasciende. Occidente vive un momento particular, en el que vuelve a emerger la vieja idea de “decadencia de Occidente”. En las redes sociales abundan las críticas, incluso virulentas, la “gente común” está cabreada y odia a la “casta” política, pero pocos creen que sea posible construir horizontes de cambio deseables. Esa cancelación del futuro como espacio de cambio social alimenta la conspiranoia, el resentimiento, las retroutopías; un terreno favorable para estas derechas. Quizás no sea ninguna de las tres cosas, sino que presenciemos la emergencia de una serie de derechas radicales que se vuelven actores más o menos normalizados de los sistemas políticos.

Evidentemente hay diferencias entre ellas. No es lo mismo Marine Le Pen que Bolsonaro, por ejemplo. ¿Qué las unifica?

Creo que el antiprogresismo; ese es en mi opinión el gran paraguas que las cobija. La idea de que hay que resistir a la nueva dictadura de la corrección política, el wokismo. El texto constitucional chileno, rechazado en el plebiscito, fue acusado de woke, un término que viene del movimiento afroamericano, que significa consciente/despierto frente a las injusticias, y que hoy es usado de manera despectiva contra cualquier expresión del progresismo. Incluso se apela a la idea de que estaríamos ante una nueva inquisición. Y se construye la idea de la gente común, oprimida por esas elites progresistas. Todo el discurso de las nuevas derechas radicales puede ser leído en esa clave.

¿Qué pasó con la izquierda o centroizquierda: perdió la rebeldía, se acomodó?

Creo que podemos ver esto en un plano más amplio. Hay una situación de impotencia de las izquierdas; la sensación de que no se pueden cambiar las cosas. En su libro Realismo capitalista, Mark Fisher ponía de relieve que no solo resulta difícil llevar adelante proyectos transformadores, sino imaginar esos proyectos. Sin duda, el socialismo revolucionario no logró reponerse a la caída del bloque soviético (incluso las corrientes que no congeniaban con ese modelo). Y no debemos olvidar el fracaso venezolano, el único país en declararse socialista después de 1991. La filosofa catalana Marina Garcés, que escribió Nueva ilustración radical, un libro breve pero sustancial, habla de una especie de “parálisis de la imaginación”. Eso no quita que haya potentes movilizaciones feministas o ambientales, pero sin duda hay muchas dificultades para ofrecer proyectos de futuro desde la izquierda y para revertir la tendencia a pensar el futuro como distopía.

La izquierda parece identificada con la corrección política, mientras la derecha utiliza la provocación como arma efectiva. ¿El buenismo y el moralismo se instalaron en la izquierda?

Hay cierta “banalidad del bien” en el progresismo, según la formulación de Tony Judt. Pero a la vez, este progresismo se volvió en gran medida parte del statu quo. El historiador Enzo Traverso ha escrito sobre cómo el auge de la “memoria” de los últimos años, con incidencia en el mundo académico y político, ha ido en paralelo a otro fenómeno: la construcción de los oprimidos como meras víctimas: del colonialismo, de la esclavitud, del nazismo… De esta forma la “memoria de las víctimas” fue reemplazando a la “memoria de las luchas” y modificando la forma en que percibimos los sujetos sociales, que aparecen ahora como víctimas pasivas, inocentes, que merecen ser recordadas y al mismo tiempo escindidas de sus compromisos políticos y de su subjetividad. Mark Fisher escribió en 2013 un sombrío artículo titulado Salir del Castillo del Vampiro en el que critica “la conversión del sufrimiento de grupos particulares –mientras más ‘marginales’ mejor– en capital académico”. Es cierto que se ha ido construyendo una forma de sermón moralizante. El problema es que la nueva ola de “incorrección política” promovida por las nuevas derechas trafica diversas formas de xenofobia, misoginia, antiigualitarismo y todo tipo de posiciones reaccionarias.

¿Cuál ha sido la clave del éxito de estas nuevas derechas? ¿Qué influencia, por ejemplo, tiene internet?

Creo que la clave del éxito ha sido presentarse por fuera del sistema (más allá de lo que se considere que es el sistema). Esa idea de “decir las cosas como son” se ha sumado a un rechazo creciente a los políticos tradicionales. Las nuevas derechas han sabido capturar algunas angustias del presente, como las generadas por la inmigración masiva, y sus líderes han operado como empresarios del pánico moral. A veces, el voto a la extrema derecha es un voto protesta que se estabiliza. Y de manera más amplia, también sirve como forma de tratar de reconstruir identidades erosionadas (por ejemplo de ex trabajadores blancos con vidas precarizadas pero también de blancos que sienten que la diversidad étnica es una amenaza). Su éxito se asociada en gran medida en haber planteado temas diversos en clave de guerras culturales. Internet ha contribuido a crear un ecosistema favorable, por ejemplo ciertos foros como 4Chan se movilizaron mucho en favor de Trump, la propia Hillary Clinton salió a pelearse con la Rana Pepe, usada contra ella. Pero hay que decir también que en el plano electoral, las extremas derechas encuentran muchos obstáculos.

Al mismo tiempo que la derecha asume una postura más audaz, aparece el discurso de la sensatez y del orden. En Chile, esas son palabras muy recurridas por Kast. ¿Es una rebelión con orden y conservadora?

En el caso de Kast creo que sí, pero si bien fue apoyado por redes de las nuevas derechas radicales, se inscribe en la tradición pinochetista. Su eslogan Atrévete, no obstante, conecta con esta idea de enfrentar la corrección política (en el pasado no era algo “atrevido” votar por un pinochetista). Pero si miramos a gobiernos como el de Trump o Bolsonaro, detrás de discursos de ley y orden terminaron por afectar el propio orden de cosas, las instituciones, al punto que se distanciaron de ellos. En Brasil gran parte del establishment votará por Lula. Respecto del conservadurismo social, algunas ponen el acento ahí más que otras; Giorgia Meloni más que Marine Le Pen. Trump lo hizo de manera bastante oportunista.

¿Es más fácil pensar el fin del mundo que el fin del capitalismo, como dijo Frederic Jameson?

Hoy parece que sí. Marx dijo que la revolución debe sacar su poesía del futuro. Pero el futuro hoy no proyecta ninguna poesía. Reconstruir ese futuro es una tarea imprescindible para la izquierda, inclusive para la reformista.

¿En ese sentido, por qué la derecha logra ser audaz y la izquierda no?

La izquierda tiene cierto temor a aparecer utópica, a veces es demasiado solemne, o se enfoca demasiado en temas identitarios de nicho. Hay además cierta melancolía. Las derechas tienen la audacia del que siente que está enfrentando ciertos consensos establecidos, algunos de ellos asociados hoy al progresismo. Hay algo en estas derechas del retorno de lo reprimido. El rechazo al feminismo, a ciertas perspectivas ambientalistas, a lo queer da apoyo en ciertos sectores de la sociedad.

El resultado del plebiscito constitucional en Chile fue una gran derrota de la izquierda. Para explicar la derrota, el Presidente Boric dijo que “no puedes ir más rápido que tu pueblo”. ¿Cómo lee esa frase?

Creo que da cuenta del hecho de que la composición de la Convención respondió a una coyuntura muy particular, y que la correlación de fuerzas que surgió no era la de la sociedad. Y como ocurrió con otras Constituyentes, a veces se genera la idea de que en verdad la hoja está en blanco, cuando no lo está tanto.

El Presidente Boric llegó a La Moneda con un programa de transformaciones económicas y sociales. Después de la derrota del plebiscito, parece difícil llevar adelante ese programa. ¿Cómo analiza esto en este contexto general?

Creo que el proyecto de Boric fue desde el comienzo un proyecto de justicia social de tipo socialdemócrata en un país en el que pese a los avances de la transición pervivieron formas de desigualdad –y jerarquías étnicas y de clase- puestas en cuestión por las movilizaciones sociales de las últimas décadas, no solo las del “reventón”. De hecho, siempre fue considerado un poco amarillo por sectores de la izquierda radical. Y su victoria solo fue posible con el apoyo de la ex Concertación. Dicho eso, es verdad que los resultados del plebiscito conllevan el riesgo de su “bacheletización” en el sentido de que las ansias de reforma queden truncas. Pero las cosas no están escritas y el escenario es abierto.

Fuente: https://www.latercera.com/la-tercera-domingo/noticia/pablo-stefanoni-investigador-argentino-en-la-izquierda-se-ha-ido-construyendo-una-forma-de-sermon-moralizante/AWDLYWK4DVH4PNTYONWBPFHTSU/

Manuel Canales: “Imaginaron que el pueblo chileno era progresista”

  • por OPLAS
Andrés Kogan Valderrama OPLAS

– ¿Cómo interpretar los resultados del Plebiscito de salida?

Puede decirse que es como lo mismo que dijo la clase dirigente cuando se le apareció octubre ¿Cómo no lo vimos venir? Y ahora ocurre un equivalente, pero ahora no somos la clase dirigente creyendo que el pueblo es un pueblo conforme y feliz con el orden que le permitimos o les proponemos, sino que ahora, aparentemente con una conciencia crítica y progresista de suyo entonces en pro de los intereses comunes y generales, y también -aunque no se nombrara y eso es parte del asunto- populares, y -sin embargo- la sorpresa es análoga. Tiene que ver con el profundo desconocimiento que hay en la representación política que logró constituirse en el proceso constituyente.

Ese actor político que empieza a tomar forma -digamos como el espíritu de la Constituyente y el talante del gobierno de Boric, esa consonancia refundacional entre comillas- va a ser de una refundación que no era la refundación de la que octubre deja memoria como el pendiente. Octubre no se constituye en la agenda ideológica, es decir, de una propuesta, de una idea de sociedad, una representación de cómo la sociedad debe ser, como sí lo supone el ecologismo o el indigenismo, o el feminismo o el regionalismo, que son respuestas y traen una idea de sociedad.

Octubre no tenía una idea de sociedad. Octubre es pre ideológico. Por eso, habla tan curiosamente con palabras intercaladas del tipo ‘despertar’, ‘dignidad’, pero finalmente sin relato, sin palabra, sin silencio, como un grito y que llega a esas nociones. Yo usé la expresión “entre el silencio y la palabra está el grito”, porque lo ocupé también cuando hubo un acontecimiento muy parecido, a otra escala, en los ‘80 la protesta era el grito de nuevo. Ni el silencio ni la palabra. No tenía relato, pero sí conciencia profunda de su identidad estructural de ser quienes eran, es decir, de saber en qué parte de la estructura estaban, de en qué escalón del gallinero se encontraban, como primer dato. Y segundo, de lo injusto que era esa situación y los destinos laborales existenciales que eso implica y eso es lo que aborrecen, como el aborrecimiento del orden cotidiano popular chileno, que es el modelo de desarrollo que tenemos y la prosperidad que se pudo dar. Por eso, el tema al final es el modelo de desarrollo.

– ¿Fueron maximalistas?

El tema no es que hayan sido maximalistas, el tema no es que se hayan pasado tres pueblos, el tema es que se equivocaron de pueblo, se fueron para otro lado. Desarrollaron a plenitud la agenda de propuestas ideológicas. Por eso que el rechazo también vence ahí, porque el rechazo es ideológicamente vacío, mudo. Y el pueblo es ideológicamente difuso y contradictorio e ideológicamente, como toda formación socio cultural, incoherente, ambivalente. Lo mismo detesta el neoliberalismo por los resultados que le implica, que viene entrenado en ese saborcito del jugar y elegir y vencer y capturar una cuota de valor máxima posible y andar jugando a eso todo el rato. Y eso tiene su adrenalina, eso tiene su capacidad de formación de sujeto porque lo entrena, lo lleva a desarrollar esa capacidad, como si fuese parte de él. Es una doma, domesticación, un entrenamiento, una mimesis. Yo lo digo así, nos hacemos mimesis del capital.

Imaginaron que el pueblo chileno era progresista. El pueblo chileno es clasista, dos veces: es un pueblo que rápidamente se identifica en posición de clase y genera un ordenamiento de la realidad tipo octubre; y es un pueblo también clasista en el sentido de que se auto inflinge la discriminación. El colectivo más discriminador por clase social no es la clase media, la clase media es donde hay menos tolerancia a la actitud prejuiciosa, clasista, racista. Porque eso es signo, por lo demás, de la Ilustración y de la educación moderna de y la diferencia de clases que ahí se manifiesta. Creyeron que el pueblo era el pueblo que imagina el ciudadano ilustrado de una sociedad que nunca se modernizó ni se democratizó de ese modo. Tienen que asumir que las clases medias que tenían esa tarea histórica no se la dieron, fracasaron también. No democratizaron ni formaron al sujeto moderno nunca. Pasamos del fundo al neoliberalismo con un tiempo de sujeto revolucionario absolutamente inconsistente, toda vez que luego tuvo que rehacerse y rearmarse como el sujeto neoliberal. Y lo hizo y se entrenó cuarenta años y lo aborrece porque lo quiebra. Y ahí estamos. La pregunta es finalmente por eso, por el modelo de desarrollo que ahora hace crisis.

– En el fondo, la Convención Constitucional no logró traspasar a las palabras correctas este grito de la sociedad. Finalmente no lo supo traducir, no lo supo leer…

Y le puso una palabra que no era la que ese grito anunciaba. Ese grito iba en una dirección distinta a la palabra que lo intentó codificar. Es una codificación en clave de derecho humano universal, del no autoritarismo y la no discriminación: del derecho al aborto, la paridad o la plurinacionalidad, etc. Todos asuntos, por lo demás, de una razonabilidad indiscutible. Creo que ese fue el desvío, como le llamo en el libro. Hubo un desvío desde la razón concreta de clase, cuya prioridad habría sido el tratamiento de los derechos económicos y sociales, asunto que quedó propiamente para el último.

Esa sistemática postergación de lo que siendo también derecho humano, a igual título que todo lo demás, tiene además la particularidad que los demás no, de conectar directamente con un interés de clase, es el tema de la salud: un tema de derecho humano que le importa a las clases populares, porque el tema de la salud digna no es de quienes están en las isapres. Entonces, cuando hablamos de eso, hablamos de derechos humanos y hablamos de clases. Cuando hablamos de clase, le decimos al sujeto popular “de usted estamos hablando”, porque finalmente la demanda de octubre es una demanda de clase, no del género humano.

Quisieron o se dio el caso que la energía de un pueblo que grita como clase y denuncia lo invivible, lo que corta, lo que quiebra, esa energía social fue depositada, por así decirlo, referida a un proyecto de declaración de una voz muy articulada en la razón general. Con lo que, por lo demás, tiene de terapia casi que este país se escuche en todas las barbaridades en que venía soportado, por género. Respecto a la etnia, siempre que había respecto, pero que no puede darse por descontado que pueblo y lo popular y los intereses populares se reconozcan allí porque, por lo pronto, no tienen por centro los intereses populares. Y segundo, porque en esos temas el pueblo chileno viene formado en la matriz autoritaria discriminatoria y ha sido un largo camino popular el írsela sacando.

– ¿Y cómo ponernos de acuerdo ahora? ¿Cómo nos rearmamos como sociedad en un escenario de incertezas?

Lo que sí está claro es que la pregunta es octubre. Estamos en estado de pregunta. El rechazo nos dejó en estado de pregunta. Octubre nos dejó en estado de pregunta. Estamos oscilando. La sociedad no sabe dónde detenerse. El triunfo del rechazo no es ningún regreso a ninguna normalidad, continúa el movimiento. Si alguien cree que en este modelo de desarrollo, con estos empleos, con estas biografías que se obligan, con esa matriz productiva que les va tan bien, metiendo cuerpo, metiendo sol y metiendo piedra. Si creen que con eso van a generar una conformidad permanente…

Octubre soltó una esperanza, que se disipa un poco en este rechazo. La esperanza era un camino de posibilidad, pero no vale apenarse de más. Esto es simplemente porque se falló, se equivocó el camino. Pero si pudiéramos escuchar el habla popular en su propio afirmarse, encontraríamos modos de avanzar muy rápido, asunto que. por lo demás, todo ese progresismo tampoco tematiza, por ejemplo, la desigualdad. Para mi juicio, todo lo que explica el proceso y su falla es el olvido de la desigualdad.

– La desigualdad basal la pasaron por alto…

Porque no quieren hablar de la estructura y toca la discusión ideológica. Necesitamos un nuevo modelo de desarrollo. El grito de octubre fue un grito refundacional. Es a lo que hay que volver y en lo que creo que tiene la posibilidad, sí que podemos seguir en este camino. Tiene que haber un modelo de desarrollo donde una clase dirigente entienda que no hay dos tipos de chileno y que los puestos de trabajo que va a generar también puedan ser para sus hijos, como en Estados Unidos, en cualquier país decentemente capitalista. Pero no olvidar que hay que partir desde el pueblo, con el pueblo, no imaginando un pueblo que no son, conociendo al pueblo.

Fuente: https://www.eldesconcierto.cl/nacional/2022/09/13/manuel-canales-por-convencion-no-se-pasaron-tres-pueblos-sino-se-equivocaron-de-pueblo.html

https://www.youtube.com/watch?v=KgxGjQ97ZG8

Macarena Bonhomme: Mestizaje, «blanquitud» y racismo en Chile

  • por OPLAS
Andrés Kogan Valderrama OPLAS

Biológicamente, las razas no existen. Pero sí la construcción social de la diferencia, y la valoración de ciertas características (el color de la piel, por ejemplo) que pueden generar discriminación. Al igual que la clase, la raza es un marcador social, solo que de la raza hablamos menos. Esta columna muestra cómo opera el racismo en un barrio multicultural de Santiago. Los y las participantes chilenxs se sienten distintxs a los y las migrantes de América Latina pues dicen ser “más blancos”. Ser “más blanco” significa, sobre todo, ser menos indígena que quienes provienen de Perú o Bolivia; y por lo tanto sentirse superiores. La relación con lxs migrantes afrodescendientes es más distante, pues lxs chilenxs no reconocen en su historia ancestros africanos.

Uno de los principales puntos de discordia en el debate sobre la nueva constitución es el artículo 1, donde Chile se define, además de un Estado social y democrático de derecho, como un Estado plurinacional. Si bien el artículo 3 establece que Chile también forma un “territorio único e indivisible”, y el artículo 5 plantea que se reconoce la coexistencia de diversos pueblos y naciones “en el marco de la unidad del Estado”, en la discusión ha prevalecido la reticencia a reconocer a los pueblos originarios. En esta columna busco aportar a esta discusión presentando datos que pueden explicar la resistencia que hay a la plurinacionalidad y cómo esto se vincula con la histórica negación del racismo en Chile. Los datos se originan en una investigación donde exploro la construcción del concepto de ‘raza’ en Chile.

El argumento aborda dos aspectos. En primer lugar, la negación histórica del racismo en Chile, y la correspondiente narrativa de identidad nacional que se concibe como mestiza[1]. En segundo lugar, las implicancias que tiene esta construcción histórica de la identidad nacional a nivel local, y que se observa en las interacciones de chilenos con migrantes de América Latina y el Caribe. Si bien es un asunto complejo, intentaré resumir este análisis (quienes estén interesados/as en el estudio, pueden leer el artículo completo aquí)[2].

NEGACIÓN HISTÓRICA DEL RACISMO Y EL ESTADO ‘SIN RAZA’

Chile históricamente se ha entendido como un Estado “sin-raza”. A grandes rasgos, la premisa indiscutida por años ha sido que la sociedad chilena se define como una sociedad homogénea, producto de un intenso mestizaje entre los colonizadores europeos y los pueblos indígenas. La ascendencia africana nunca se consideraría parte de esta identidad. Los textos escolares de historia que leímos nos solían decir que, si bien llegaron esclavos negros a Chile, éstos desaparecieron por el clima. Los Afro-chilenos y la emergencia del movimiento Afro (Báez-Lazcano, 2018), sin embargo, ha demostrado lo contrario. En esta construcción de la identidad nacional, la sociedad, al entenderse como mestiza (es decir, que está solamente constituida por ascendencia indígena y europea), refuerza la creencia de que en Chile el racismo no es un problema estructural.

“El racismo anti-indígena (…) era más acentuado que el racismo anti-negro”

Sin embargo, esta negación oculta un racismo estructural histórico. Y entonces se cree que en la sociedad chilena no hubo relaciones condicionadas por la «raza» sino hasta la reciente llegada de migrantes afrodescendientes. De hecho, existe una reticencia a hablar de «raza», y la clase se ha convertido en el marcador social predominante. Sin embargo, lo que los estudios y nuestra convivencia muestran, es que existe una relación intrínseca entre “raza” y clase. La “raza” permeó (y lo sigue haciendo) las relaciones sociales en Chile mucho antes de la llegada de migrantes desde América Latina y el Caribe.

Varias razones explican la negación histórica del racismo en Chile. Una de ellas es la suposición errónea de que la «raza» y el racismo se asocia exclusivamente con las poblaciones de origen africano; y que las relaciones «raciales» se refieren a «negros» y «blancos» (Loveman 1999; Wade 2010), dejando fuera a poblaciones indígenas.

En segundo lugar, la acción del Estado. En efecto, el racismo ha existido desde el colonialismo y luego con la construcción del estado-nación chileno, no sólo a través de la negación sistemática de los derechos de los pueblos indígenas, sino también con la negativa del Estado a reconocer la presencia de una población afrodescendiente: los Afrochilenos[3]. En la misma línea, políticas de control racistas también se han perpetuado y reforzado a través de las normativas migratorias que han restringido históricamente la migración «no-blanca» (Rebolledo, 1994), y que han realizado distinciones entre migrantes deseados y no deseados. Diversos estudios han dado cuenta que la negación del Estado chileno a reconocer la existencia legítima de los pueblos indígenas y la violencia que han experimentado muestran cómo lo “racial” ha sido una parte clave del proyecto neoliberal (Richards, 2016; Richards y Gardner, 2013).

“En América Latina, históricamente, se ha privilegiado la blanquitud, dado que simbolizaría, en el imaginario colectivo, desarrollo”

El mestizaje como proyecto racial de los Estados (Moreno-Figueroa, 2013), supondría una mixtura racial tal que significaría un blanqueamiento progresivo de la población, disolviendo todo elemento (etno-racial) indígena que históricamente se ha percibido -desde una perspectiva colonialista- como un “retroceso” (Wade, 2010). Por el contrario, la blanquitud, simbolizada por el elemento (etno-racial) europeo, significaría progreso y desarrollo. Esa deseabilidad de los/as migrantes europeo/as, por sobre los/as migrantes de la región tiene entonces un correlato histórico, y materializa el rechazo hacia los pueblos indígenas, y por tanto, cualquier persona que se perciba como, o represente, una ascendencia indígena. Así, este proyecto racial de mestizaje, que lleva consigo la negación del racismo en países latinoamericanos,ha significado la reproducción del racismo (Moreno-Figueroa, 2013). Es en las prácticas cotidianas y el discurso de muchos, donde se cristaliza este proyecto de mestizaje.

IMPLICANCIAS A NIVEL LOCAL: CONSTRUCCIÓN COTIDIANA DE “BLANQUITUD”

Esta idea de mestizaje en la que se sustenta la identidad nacional, tanto de Chile como de otros países latinoamericanos (Moreno-Figueroa, 2013), es la que ha reforzado esta reticencia a considerar el racismo como un problema social histórico que trasciende la migración Sur-Sur hacia Chile. Sin embargo, la presencia de migrantes de la región ha sido clave para que este racismo invisibilizado se reproduzca más fuertemente y salga a la superficie, tal como lo vimos en la marcha anti-inmigrante en Iquique y la quema de pertenencias. En ese sentido, la migración Sur-Sur en Chile, ha develado más críticamente este racismo estructural histórico. La creciente presencia de migrantes latinoamericanos y caribeños ha redefinido la identidad y las formas en que los/as chilenos/as se representan a sí mismos en términos «raciales», tal como revela el estudio que realicé.

Esta investigación consistió en una etnografía de 17 meses en un barrio multicultural de Santiago, junto a dos focus groups y 70 entrevistas en profundidad tanto a migrantes de América Latina y el Caribe como a chilenos, con el fin de entender cómo se construye[4] la “raza” en el contexto migratorio Sur-Sur. Uno de los aspectos que reveló esta investigación es que los residentes construyen «blanquitud» a nivel cotidiano a partir de distintas prácticas. De esta manera, el estudio permite entender cómo el pasado colonial sigue configurando el presente.

Como planteó un participante: “Aunque seamos un poquito más café, somos y pertenecemos a la raza blanca”, marcando una diferencia respecto a las y los migrantes de América Latina y el Caribe que residen en su barrio (Bonhomme, 2022). El ser blanco o más blanco que otros migrantes de la región se daba por sentado, incluso a pesar del carácter mestizo con el que los participantes definían también su identidad como chilenos/as. En este sentido, la reivindicación de una «blanquitud» les permitía reclamar un estatus superior frente a sus vecinos migrantes, especialmente cuando se enfrentan a una lucha por recursos. Como plantea Les Back (2010), la blanquitud es una práctica y un discurso de poder.

“La presencia de migrantes de la región ha sido clave para que este racismo invisibilizado salga a la superficie”

Lo interesante es que esta construcción de blanquitud cotidiana se sustentaba, en primer lugar, en un racismo antiindígena y, en segundo lugar, en un racismo anti-negro. En otras palabras, los participantes chilenos intentaban distanciarse aún más de quienes provenían de países vecinos, como Perú y Bolivia -percibidos con mayor ascendencia indígena-, en comparación con aquellos provenientes del Caribe, que se percibían con mayor ascendencia africana. Justamente el compartir un pasado colonial y una ancestralidad indígena y europea que los define a ambos como mestizos en sus imaginarios colectivos, reforzaba aún más la necesidad de distinguirse de aquellos migrantes de países andinos, a partir de diferencias físicas y culturales que de alguna forma cristalizarían una mayor disolución del elemento indígena. Esta construcción de blanquitud cotidiana implicaba una negación de lo indígena como parte de la identidad nacional.

En ese sentido, en el discurso de los chilenos, se competía por ser “más blancos”, y por consiguiente “más desarrollados”, en contraste con migrantes peruanos, por ejemplo; mientras que no ocurría lo mismo con migrantes afrodescendientes o percibidos como “negros”. La blanquitud no se disputaba frente a estos últimos porque se daba por sentado: en el imaginario colectivo, la ascendencia africana nunca fue parte de la narrativa nacional (a pesar de que eso fue producto de la negación histórica del pueblo tribal afrodescendiente en Chile). Así, frente a la presencia de migrantes, el racismo antiindígena, que era parte de esta construcción de blanquitud cotidiana a partir de prácticas, interacciones y discursos, era más acentuado que el racismo anti-negro, que se configuraba más bien como una amenaza a la identidad “racial” chilena, y como tal, se percibía como un elemento exógeno. Como planteaba un participante, la llegada de migrantes afrodescendientes a Chile llevaría a una “mezcla del terror”. Así, la forma en que los chilenos racializaban negativamente al “otro” migrante difiere, y aun cuando migrantes provenientes de países vecinos lleven años en Chile, han seguido siendo percibidos como “inferiores”.

Este discurso es consistente con el proceso de construcción nacional realizado por los estados latinoamericanos, y el trabajo de Mónica Moreno Figueroa (2013; 2022) es particularmente útil para comprender este fenómeno histórico[5]. La académica sostiene que el proyecto racial del mestizaje es algo relacional a nivel local. Es decir, las personas definen su identidad racial en contraste y en relación a “otros”, con el fin de reclamar un estatus superior. Y en América Latina, históricamente, se ha privilegiado la blanquitud, dado que simbolizaría, en el imaginario colectivo, desarrollo.

“Se cree que en la sociedad chilena no hubo relaciones condicionadas por la ‘raza’ sino hasta la reciente llegada de migrantes afrodescendientes”

Similar a lo que exponen Moreno-Figueroa y Saldívar-Tanaka (2016) en México, la normatividad mestiza está relacionada con el privilegio racial, y en Chile, se sustenta en las performances cotidianas de blanquitud, que intentan distanciarse de un “otro” migrante. Estas formas de reivindicar la blanquitud están relacionadas intrínsecamente con formas de racismo antinegro, pero, sobre todo, de racismo antiíndigena. Como planteaban Nahuelpan, Hofflinger, Martínez y Millalen (2020) en una columna de CIPER, la identidad chilena se sustenta en ideologías de supremacía criolla, rechazando lo indígena. Es este racismo anti-indígena lo que ha impedido avanzar en un reconocimiento pleno de los pueblos indígenas en Chile, y se resiste a comprender a la sociedad chilena como diversa (tanto con ascendencia indígena como europea y africana). Es respecto al reconocimiento de esta última, sin embargo, donde aún queda mucho por avanzar y la nueva constitución constituye un primer paso.

En síntesis, este estudio reveló que la necesidad de establecer diferencias con migrantes de la región, diferencias que se consideran infranqueables, permite que se rechace a nivel local lo que el Estado-nación chileno históricamente ha buscado disolver: la ascendencia indígena. No es de extrañar, entonces, que sea la plurinacionalidad uno de los aspectos más controversiales en los debates sobre la nueva constitución. La plurinacionalidad implica reconocer la diversidad de la sociedad chilena y la preexistencia de pueblos originarios. Implica reconocer que la identidad chilena, como toda identidad racial, ha sido construida socialmente, y por tanto, este ideal de que seríamos una sociedad homogénea y “perteneciente a la raza blanca”, como planteó el participante, es una construcción social más. En efecto, ningún estado-nación tiene una base étnica homogénea (Balibar, 1991). Avanzar hacia la plurinacionalidad apunta entonces a reconocer a la sociedad chilena como diversa y heterogénea, y a mitigar la desigualdad a partir del reconocimiento constitucional de los pueblos originarios. Y por sobre todo, saldar una deuda histórica con los pueblos indígenas.

NOTAS Y REFERENCIAS

[1] La identidad nacional chilena se sustentó en la idea de un intenso mestizaje. El mestizo, sin embargo, fue concebido como si tuviera sólo dos ancestros (Larraín 2001), excluyendo cualquier antecedente africano, reproduciendo las creencias de los colonizadores sobre la «indeseabilidad» de las poblaciones africanas (Bonhomme, 2022).

[2] Una versión extendida de este trabajo se encuentra en la siguiente publicación: Bonhomme, Macarena. 2022. “‘We’re a bit browner but we still belong to the white race’: making whiteness in the context of South-South migration in Chile”, Latin American and Caribbean Ethnic Studies, doi: 10.1080/17442222.2022.2099170

[3] Hasta hoy, los Afrochilenos no son contados en el Censo y recién el 2019, fueron reconocidos por el Estado.

[4] Entendida como construcción social.

[5] Mónica Moreno es profesora de Sociología de la Universidad de Cambridge y visitará Chile esta semana en el marco de la Inauguración del Doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma. Moreno realizará una Charla Magistral el martes 23 de Agosto –“Las gramáticas alternativas del antirracismo en América Latina”- en Temuco (actividad híbrida), y un Seminario el jueves 25 de Agosto–“Deconstruyendo el racismo en América Latina”- en Santiago , sede Providencia (actividad presencial). Inscripciones: https://forms.office.com/pages/responsepage.aspx?id=iPdnVOktbEy_tIY1lNgJz-OiQnAS_-lCuzXpWiupyY5UMjAyODhYQUtERFBBV1ZWUzRCTDBaN1VENy4u

Referencias

Back, Les. 2010. “Whiteness in the Dramaturgy of Racism.” En The SAGE Handbook of Race and Ethnic Studies. edited by John Solomos and Patricia Hill Collins, 444–469. London: Sage.

Báez-Lazcano, Cristian. 2018. “Reflections on the Afro-Chilean Social Movement. We Entered as Blacks, and We Left as Afrodescendants. . . and Afro-Chileans Appeared on the Scene.” Revista Harvard Review of Latin America XVIII (2): 34–37. https://revista.drclas.harvard.edu/reflections-onthe-afro-chilean-social-movement/ .

Balibar, Etienne. 1991. “Racism and Nationalism.” En E. Balibar & I. Wallerstein, Race, Nation, Class: Ambiguous Identities (pp. 37–68). Verso.

Bonhomme, Macarena. 2022. “‘We’re a bit browner but we still belong to the white race’: making whiteness in the context of South-South migration in Chile”, Latin American and Caribbean Ethnic Studies, pp. 1-17. doi: 10.1080/17442222.2022.2099170

Loveman, Mara. 2009. “Whiteness in Latin America: Measurement and meaning in national cencuses (1850-1950).” Journal de La Société des Américanistes 95 (2): 207–234. doi:10.4000/jsa.11085.

Moreno-Figueroa, Mónica G. 2013. “Displaced looks: The lived experience of beauty and racism.” Feminist Theory 14 (2): 137–151. doi:10.1177/1464700113483241.

Moreno-Figueroa, Mónica G, and Emiko Saldívar-Tanaka. 2016. “‘We Are Not Racists, We Are Mexicans’: Privilege, Nationalism and Post-Race Ideology in Mexico.” Critical Sociology 42 (4–5): 515–533. doi:10.1177/0896920515591296.

Moreno-Figueroa, Mónica G. 2022. Entre confusiones y distracciones: mestizaje y racismo anti-negro en México. Estudios Sociológicos De El Colegio De México 40: 31-64. doi: 10.24201/es.2022v40nne.2082

Nahuelpan, H.; Hofflinger, A.; Martínez, E.; Millalen, P. (2020). ¿A quiénes beneficia el odio racial en Wallmapu? Columna de opinión CIPER Académico.

Rebolledo, Antonia. 1994. “La ‘Turcofobia.’ Discriminación Antiárabe En Chile, 1900-1950.” Historia 28: 249–272.

Richards, Patricia, and Jeffrey a Gardner. 2013. “Still Seeking Recognition: Mapuche Demands, State Violence, and Discrimination in Democratic Chile.” Latin American and Caribbean Ethnic Studies 8 (3): 255–279. doi:10.1080/17442222.2013.779063.

Richards, Patricia. 2016. Racismo: El modelo chileno y el multiculturalismo neoliberal bajo la Concertación 1990-2010. Santiago: Pehuén Editores.

Van Dijk, Teun A., ed. 2007. Racismo y Discurso En América Latina. Barcelona: Editorial Gedisa, S.A.

Wade, Peter. 2010. Race and Ethnicity in Latin America. London: Pluto Press.

Fuente: https://terceradosis.cl/2022/08/23/mestizaje-blanquitud-y-racismo-en-chile/

Ilya Budraitskis: «Para Putin Ucrania es una formación estatal artificial y en realidad representa tierras históricas rusas»

  • por
Andrés Kogan Valderrama OPLAS

¿Cuál es la situación en este momento? ¿Qué tan extenso es el daño?

Es muy difícil juzgar, ya que los informes de ambas partes son muy contradictorios. Pero ya podemos decir con certeza que estamos hablando de decenas de ciudadanos ucranianos muertos, así como de personal militar ucraniano y ruso. Las tropas rusas avanzan en varias direcciones (incluso desde el territorio de Bielorrusia), y su objetivo es capturar las ciudades más grandes del país, Kiev y Kharkiv. También hay informes de explosiones en la ciudad fronteriza rusa de Belgorod. Los próximos días serán decisivos, ya que Rusia obviamente espera lograr sus objetivos militares rápidamente y obligar a los líderes ucranianos a capitular por completo. Al mismo tiempo, a pesar de la negativa de Occidente a apoyar militarmente a Ucrania, su ejército está mostrando eficacia en el combate y la «operación especial» anunciada por Putin bien podría convertirse en una guerra a largo plazo. Ya hay noticias de reclutas del ejército ruso, es decir, soldados de entre 18 y 20 años, que participan en la guerra. Aunque hasta ahora el liderazgo militar está tratando de ocultar esto (incluso a las familias de estos soldados), si este desarrollo continúa, ya no será posible.

Muchos medios de comunicación occidentales enfatizaron constantemente la probabilidad de una invasión inminente, y muchos en la izquierda expresaron un grado mucho mayor de escepticismo. ¿Le sorprendió la magnitud del ataque?

Yo, como la mayoría de los comentaristas en Rusia, no creí hasta el último momento que fuera posible un ataque a gran escala contra Ucrania. Sin embargo, la orientación agresiva de la política exterior de Rusia y la participación híbrida del ejército ruso en la guerra en Donbass me resultaron evidentes. Sin embargo, esas izquierdas occidentales, que hasta el último minuto hicieron que Rusia pareciera una víctima y llamaron interminablemente al régimen ucraniano «nazi», ahora tienen su parte de responsabilidad en la guerra. Y si quieren ser honestos consigo mismos y con sus seguidores, deberían admitir públicamente su error.

¿Cuáles son los objetivos de Putin, tanto militar como políticamente, a corto y medio plazo? ¿Cuáles son las intenciones de Putin en Ucrania y qué espera lograr con la invasión en términos de política interna en Rusia?

Los objetivos de Putin quedaron claros en el discurso de ayer a la nación: destruir la infraestructura militar de Ucrania, obligar a Ucrania a rendirse y reemplazar su liderazgo con un régimen leal a Rusia. También explicó que esta «operación especial» es coercitiva (es decir, Rusia solo se defiende con un ataque) y tiene como objetivo poner fin al «genocidio» en Donbass. La propia Ucrania, según su opinión, es una formación estatal artificial y en realidad representa tierras históricas rusas. Esta interpretación va claramente en contra de la propaganda oficial anterior, que ridiculizaba la posibilidad misma de una invasión.

En términos del contexto histórico en el período previo a la invasión, ¿qué importancia tuvo la estrategia de Putin desde principios de 2021 para consolidar aún más el poder y aplastar a la oposición organizada?

Ciertamente, las represiones políticas del año pasado han permitido la eliminación de la oposición organizada dentro del país, que pudo haber sido el centro del movimiento contra la guerra. Además, el objetivo de la represión era crear una atmósfera de miedo en la sociedad y suprimir el interés por la política. Sin embargo, incluso ahora podemos ver que la sociedad está muy dividida en su actitud hacia la guerra que ha comenzado y no ha habido «un mitin alrededor de la bandera».

¿Cuál es el significado de las dos “repúblicas” separatistas de Donetsk y Luhansk en el conflicto más amplio?

El reconocimiento de la independencia de las «repúblicas» de Donetsk y Luhansk fue el pretexto clave para lanzar una operación militar. Para ello, se creó artificialmente una atmósfera de pánico entre la población local (incluso mediante evacuaciones anunciadas). Un punto importante fue que las fronteras de los territorios donde tuvo lugar este reconocimiento no estaban claramente marcadas y abrieron una ruta directa para avanzar profundamente en Ucrania.

¿Cómo afectará el conflicto la economía política de la región y más allá? ¿Cuáles podrían ser los resultados de un conflicto prolongado?

La lógica del liderazgo ruso al justificar la guerra con Ucrania abre fácilmente la posibilidad de revisar aún más todas las fronteras postsoviéticas (ya que también, según Putin, fueron creadas artificialmente). Esto lo entienden bien los líderes de todas las repúblicas postsoviéticas, ninguna de las cuales ha expresado su apoyo a Rusia. Incluso Lukashenko, que proporcionó el territorio de Bielorrusia a las tropas rusas, se desvinculó públicamente de la guerra y trató de presentarse como una parte neutral en el conflicto. El cálculo de Putin es que la posesión de armas nucleares le da una garantía contra la intervención militar de Occidente en lo que considera territorios «históricamente» rusos. Entonces es muy difícil decir en qué punto estará satisfecho. Si se lleva a cabo su plan para establecer el control político y militar sobre Ucrania, bien podría abrir el camino para que Rusia avance más en el espacio postsoviético.

Ahora estamos viendo grandes protestas en Rusia, con muchos arrestados. ¿Cuál es su percepción del sentimiento del pueblo ruso ante la invasión?

A diferencia de 2014, hoy no hay entusiasmo patriótico en Rusia. Una parte de la sociedad obviamente se opone rotundamente a la guerra con Ucrania, mientras que la mayoría simplemente cree que pronto terminará y que Rusia restaurará la paz. Hay muy pocos revanchistas reales que den la bienvenida a la guerra y estén dispuestos a hacer cualquier sacrificio por el bien del triunfo geopolítico de Rusia. Por otro lado, durante los largos años de gobierno de Putin, la gran mayoría de los rusos han adoptado la actitud de que no tienen capacidad para influir en nada y que, de todos modos, todo se decidirá sin su participación. Este trasfondo de despolitización y desmoralización puede proporcionar un apoyo pasivo a la guerra durante algún tiempo. Sin embargo, si la guerra se prolonga y la mayoría de los rusos sienten sus consecuencias económicas y sociales, su estado de ánimo puede cambiar drásticamente. También debe recordarse que para Rusia, la percepción de los ucranianos como cultural e históricamente las personas más cercanas es muy importante. También muchos rusos tienen raíces ucranianas o parientes que viven en Ucrania. Todo esto crea un terreno extremadamente inestable para la aprobación continua de la guerra desde abajo.

¿A qué debería ascender la respuesta de la izquierda fuera de Rusia? ¿Cómo debemos presionar a nuestros propios gobiernos y qué demandas se deben hacer?

En primer lugar, debemos exigir el fin de la guerra en Ucrania y conversaciones directas entre Putin y Zelensky. Es necesario exigir la retirada de armas en el Donbass y el control de la ONU. Es necesario decir claramente quién inició esta guerra y no buscar excusas para ello. Todo esto no significa apoyar a los gobiernos en cuestión y menos al bloque de la OTAN. Obviamente, Putin ha hecho mucho para justificar la existencia de la OTAN y su fortalecimiento en Europa. Al mismo tiempo, hay que entender que las sanciones dirigidas a toda la población rusa, profundizando el aislamiento internacional del país, no solo del gobierno, sino también de la sociedad rusa, pueden tener el efecto contrario y conducir al fortalecimiento del régimen.

Fuente: https://www.versobooks.com/blogs/5280-should-we-have-seen-this-coming-ilya-budraitskis-on-the-invasion-of-ukraine

Francia Márquez: «Estamos aquí para irrumpir contra la política hegemónica»

  • por
Andrés Kogan Valderrama OPLAS

Con independencia de lo que ocurra en las próximas Elecciones Presidenciales del 29 de mayo, la precandidata Francia Márquez es un fenómeno de la política que continúa ganando el apoyo de organizaciones sociales, comunitarias, feministas y de muchas personas que ven en ella una alternativa de país más incluyente y diverso. Conversando con ella, nos contó sus proyecciones, ideas y propuestas; destacando la búsqueda de la paz uno de los pilares más importantes.

COLOMBIA INFORMA: Usted es una persona que viene del movimiento social, hace parte de la Colombia que no sale en televisión, de la calle, del campo, de lo popular. ¿Qué papel creen que tienen las voces de los movimientos sociales y populares en el Pacto Histórico?

FRANCIA MÁRQUEZ: Un abrazo ancestral. Gracias a Colombia Informa por poner su lente, por poner su plataforma para dar voz en este camino político que estamos haciendo.

Nuestro papel es precisamente poner voz, poner las aspiraciones y los sueños de los movimientos sociales, de los pueblos, de las mujeres, de las juventudes de este país, de los que han estado silenciados, de quienes han sido despojados de sus derechos porque el Estado les ha negado vivir dignamente.

Estamos aquí para irrumpir contra la política hegemónica que está acostumbrada a ver hombres blancos privilegiados de elite gobernar. Esos hombres han gobernado desde sus lugares de privilegio, desde lugares de exclusión, usando la violencia como parte de la política. Estamos aquí para construir desde el amor, desde la alegría, desde la resistencia y desde la lucha popular. Representamos esa agenda de los y las nadies, de quienes no tienen voz, de las personas que en este país no cuentan para la política.

CI: ¿Cuál es la propuesta suya sobre paz?

FM: La Corte Constitucional acaba de declarar el Estado de Cosas Inconstitucional frente al incumplimiento del Acuerdo de Paz firmado entre el Gobierno y las antiguas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia -FARC-. Desde que se firmó ese Acuerdo, 292 excombatientes han sido asesinados, según el informe. Eso nos obliga sobre todo a quienes hemos sido víctimas de la política de guerra, de esta violencia sistemática y estructural, a seguir impulsando la paz. Detener la guerra es nuestro propósito y la implementación de los Acuerdos firmados implica establecer mesa de diálogos con otros actores armados como el Ejército de Liberación Nacional.

Hay que establecer una posibilidad de renegociación con las disidencias de las FARC, que hoy andan generando riesgos en los territorios y poniendo en riesgo la vida. Hay que avanzar en el desmonte del paramilitarismo. También se debe hacer una reforma a la Policía, en términos de garantizar los Derechos Humanos.

CI: ¿Qué piensa sobre el tema de las drogas?

FM: Creo que es fundamental en la búsqueda de un camino de paz discutir el tema de las drogas. Hoy estamos hablando de la legalización de las drogas en este país, con varios enfoques. El enfoque del cambio del uso de la hoja de coca y de la marihuana, en términos de convertir eso en productos industriales (textil por ejemplo, calzados que se hacen hoy con el cáñamo del cannabis). Existe la necesidad de impulsar una industria farmacéutica de estos productos derivados de la hoja de coca y marihuana y una industria de alimentos también, a partir de la transformación del uso de las plantas. Que eso fortalezca a las comunidades que han sido víctimas de la política antidrogas, de la política prohibicionista -como del narcotráfico- en muchos territorios, es esencial.

La ONG internacional Oxfam acaba de reconocer la existencia de la crisis de hambre en nuestro país. Aquí no va a haber paz si el tema del hambre no se resuelve. Se requiere un Gobierno capaz de fortalecer un sistema de producción agroecológica, donde recuperar la soberanía alimentaria para este país sea fundamental. Necesitamos acabar el hambre, necesitamos que nuestra gente pueda andar con alegría, que ningún niño o niña tenga que morir de hambre o morir producto de las balas y las bombas de la patria.

CI: ¿Qué tipo de política encarna usted?

FM:Mi política va a ser enfocada a las mujeres, creo que las mujeres tenemos derecho a que nuestras vidas se respeten; a las juventudes que no les han permitido soñar en este país y que tampoco creen en la política representativa, es con ellos y ellas que estamos tejiendo, que estamos construyendo nuestra política. Lograr la paz implica erradicar el racismo estructural, implica erradicar las formas de opresión del patriarcado. Transformar esas estructuras es permitirle a Colombia vivir sabroso, vivir en paz, tranquilos, con alegría, con amor.

CI: ¿Hacia dónde se enfocan sus principales propuestas de Gobierno?

FM: La paz es una situación deseada por la gente de este país. Sobre todo por las víctimas que hemos padecido el conflicto armado. El tema del medioambiente es una necesidad y hoy los jóvenes están cuestionado a los adultos por comprometer su presente y su futuro, y están dispuestos a proponer un cambio que permita cuidar el territorio y que nos permita cuidar la naturaleza. Esa es una agenda que nosotros no solo la estamos asumiendo porque estamos en un momento electoral, sino porque esa ha sido nuestra lucha histórica como movimientos sociales.

Fuente: https://www.mundoobrero.es/pl.php?id=12819

Andrés Kogan Valderrama: ¿Cláusulas latinoamericanas en la nueva constitución de Chile?

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Andrés Kogan Valderrama OPLAS

A solo meses que se realice el plebiscito de salida para una nueva constitución en Chile, la discusión que se tendrá este 2022 sobre los contenidos de la carta magna en el país se comienzan a dilucidar, luego de la presentación de más de 400 iniciativas populares de norma constitucional y más de 183 mil firmas de apoyo a cada una de ellas.

Es así como se han presentado distintas iniciativas ciudadanas, en donde destacan demandas como la regulación de derechos sexuales y reproductivos, educación feminista y no sexista, desprivatización del agua y derechos de la naturaleza, reconocimiento de pueblos indígenas y plurinacionalidad, reconocimiento de diversas formas de familia, incorporación a los animales como sujetos de derecho, entre muchas otras.

No obstante, lo llamativo de todo este proceso participativo en curso, es que aún no se presenta ninguna iniciativa relacionada a algún tipo de integración latinoamericana o regional, luego de revisar las presentadas hasta el momento en las siete comisiones existentes (1).

Asimismo, esta ausencia latinoamericana en las iniciativas populares de norma, tampoco se ha puesto en discusión en medios de información, partidos políticos, organizaciones de la sociedad civil ni en las y los propios constituyentes, lo que evidencia la nula importancia que se le ha dado a un tema que debiera ser central en la discusión que se tendrá próximamente en el país.

Lamentablemente, como bien plantea el investigador colombiano Juan Camilo Herrera, este desapego de Chile con la región, nos distancia mucho del resto de los países, los cuales en su gran mayoría han incorporado en sus constituciones ciertas cláusulas de integración latinoamericana, impulsadas tanto por sectores liberales, conservadores como progresistas.

De ahí que a pesar de las grandes diferencias existentes entre distintos procesos y momentos políticos en la región, de países como Bolivia Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela, tengan preámbulos y artículos en sus constituciones, en donde América Latina aparece mencionada

En consecuencia, solo retrata el profundo racismo histórico e institucional de Chile, el cual con la constitución dictatorial y neoliberal de 1980, impuso violentamente un nacionalismo de mercado, el cual ha estado marcado estos últimos 30 años por una política exterior economicista, que privilegió múltiples tratados de libre comercio con países fuera de la región, en vez de liderar procesos de integración latinoamericana.

Dicho lo anterior y revisando el texto constitucional de 1980, aparece explícitamente en el artículo 32, que es el presidente quien debe “conducir las relaciones políticas con las potencias extranjeras y organismos internacionales, y llevar a cabo las negociaciones; concluir, firmar y ratificar los tratados que estime convenientes para los intereses del país” (2).

Es decir, una mirada completamente subordinado a los grandes poderes imperiales (Estados Unidos, China u otro), en desmedro de la construcción de un bloque regional autónomo, que haga cierto contrapeso a esos países y a las grandes empresas transnacionales existentes, las cuales concentran cada vez más la riqueza.

De hecho, revisando la investigación de Juan C. Herrera, en su libro “Las Cláusulas durmientes de integración latinoamericana”, nos muestra como la discusión previa de la constitución de 1980, a través de la Comisión Ortúzar, estuvo marcada por posiciones ultra conservadoras, que incluso compararon a Chile con Inglaterra: “en este momento en este país no solo existe desencanto por lo que pasó, por lo que le pasó a esta democracia nuestra tan orgullosa: «ingleses de América Latina», el país más sólidamente organizado de América del Sur” (3).

Una idea de ser los ingleses de la región, que solo reproduce un patrón eurocéntrico y un desprecio por el resto de los países, como si Chile viviera en un oasis de desarrollo, dentro de un mal barrio, lo que se ha traducido en su errático rol en América Latina estas últimas tres décadas, caracterizado por beneficiar a los grandes grupos económicos del mundo.

Se podrá decir que Chile ha sido parte de varios de los distintos organismos regionales creados históricamente (OEA, ALALC, SICA, Parlamento Latinoamericano y Caribeño, CAN, Caricom, SELA, ALADI, Mercosur, Proyecto Mesoamérica, ALBA-TCP, Unasur, Celac, Alianza del Pacífico, Prosur), pero mientras no incorpore explícitamente en la nueva constitución, cláusulas de integración latinoamericana, siempre cumplirá un rol secundario.

Por otro lado, si bien esos organismos han servido para agrupar a países de la región, muchas veces han sido meros medios para agendas propias de algunos Estados, como ha pasado imperialmente con la OEA (Estados Unidos), pero también gubernamentalmente con la Unasur (Venezuela y Bolivia) o con Prosur (Colombia y Chile), en donde sus presidentes lo han usado para protegerse a sí mismos.

Por lo mismo, la integración latinoamericana y la idea de un constitucionalismo transformador, tiene que ser impulsado contra cualquier tipo de injerencismo (estadounidense o chino), pero también más allá de los gobiernos o caudillos de turno de la región, los cuales han cooptado procesos políticos.

Las razones para impulsar aquel derecho común latinoamericano, van mucho más allá de algo nostálgico en nuestra historia (sueño bolivariano) o pragmático (integración económica), ya que tiene que ver con la defensa irrestricta de los Derechos Humanos y también de los Derechos de la Naturaleza.

América Latina (Abya Yala) es la región más biodiversa en el planeta, con mayores reservas de agua, con una alta migración interna y con múltiples pueblos indígenas, por lo que más que una opción se vuelve una necesidad el tener una política regional centrada en proteger las enormes riquezas naturales y humanas existentes.

Nos encontramos como región en un proceso muy complejo para todas y todos quienes vivimos en este gran territorio del sur global, en donde padecemos el extractivismo imperante, la violación a los derechos humanos de parte de gobiernos, la crisis humanitaria de miles de migrantes, la violencia de grandes narcotraficantes, el racismo contra pueblos indígenas y afrodescendientes, la violencia patriarcal contra las mujeres y contra las disidencias sexuales, y los propios efectos sociales y para la salud mental que está generando la pandemia actual.

Frente a esto, que la integración regional nos permita el impulsar políticas que pongan en el centro el cuidado de los bienes comunes y una ecología de saberes entre distintos pueblos, en donde la plurinacionalidad, la sustentabilidad y los buenos vivires, nos hagan ser un referente mundial, dentro de un planeta amenazado por una crisis climática (antropoceno) y civilizatoria (moderna) de más de 500 años.

Por todo lo señalado anteriormente, Chile no puede estar ajeno a este proceso integrador en su nueva constitución. Le hemos dado la espalda a la región por demasiado tiempo, por lo que es el momento propicio de hacer un giro latinoamericano constituyente, que vaya acompañado por políticas de Estado, que estén en directa relación con el resto de los países de América Latina.

1: https://iniciativas.chileconvencion.cl/m/iniciativa_popular/

2: https://leyes-cl.com/constitucion_politica_de_chile/32.htm

3: https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/13/6416/6416h.pdf

Discurso de Elisa Loncón Antileo, Presidenta de la Convención Constituyente de Chile

Andrés Kogan Valderrama OPLAS

¡MARI MARI PU LAMNGEN!

(Un saludo hermanos y hermanas)

¡MARI MARI KOM PU CHE!

(Un saludo a todas las personas)

¡MARI MARI CHILE MAPU!

(Un saludo al país de Chile)

¡MARI MARI PU CHE TA TUWÜLU TA PIKUN MAPU PÜLE!

(Un saludo a las personas que viven en las tierras del norte)

¡MARI MARI PU CHE TA TUWÜLU TA PATAGONIA PÜLE!

(Un saludo a las personas que viven en la Patagonia)

¡MARI MARI PU CHE TA TUWÜLU TA DEWÜN PÜLE!

(Un saludo a las personas que viven en las islas)

¡MARI MARI PU CHE TA TUWÜLU LAFKEN PÜLE!

(Un saludo a las personas que viven en la costa)

¡MARI MARI KOM PU LAMNGEN!

(Un saludo a todas y todos, hermanos y hermanas)

Un saludo grande al pueblo de Chile desde el norte hasta la Patagonia, desde el lafken, el mar, hasta la cordillera; en las islas, a todo el pueblo de Chile que nos está viendo y escuchando. Aquí estamos pu lamngen, agradecer el apoyo de las diferentes coaliciones que nos entregaron su confianza, que depositaron sus sueños en el llamado que hiciera la Nación Mapuche para votar por una persona mapuche, mujer, para cambiar la historia de este país.

Nosotros muy felices por esta fuerza que nos dan pero esta fuerza es para todo el pueblo de Chile, para todos los sectores, para todas las regiones, para todos los pueblos y naciones originarias que nos acompañan, para sus organizaciones, para todos y todas. Este saludo y agradecimiento es también para la diversidad sexual, este saludo es también para las mujeres que caminaron contra todo sistema de dominación, agradecer que esta vez estamos instalando aquí una manera de ser plural, una manera de ser democráticos, una manera de ser participativos.

Esta Convención que hoy día me toca presidir transformará a Chile en un Chile plurinacional, en un Chile intercultural, en un Chile que no atente contra los derechos de las mujeres, los derechos de las cuidadoras, en un Chile que cuide a la Madre Tierra, en un Chile que limpie las aguas, en un Chile libre de toda dominación. Un saludo especial a los lamngen mapuche del Wallmapu, este es un sueño de nuestros antepasados, este sueño hoy se hace realidad.

Es posible hermanas y hermanos, compañeras y compañeros, refundar este Chile, establecer una nueva relación entre el pueblo Mapuche y todas las naciones que conforman este país. En ese contexto, pu lamngen, esta es la primera muestra de que esta Convención va a ser participativa. Nosotros, como pueblos originarios, establecimos que iba a ser una dirección rotativa, una dirección colectiva, que de espacio a todos los sectores de la sociedad aquí representados. Todos juntos, pu lamngen, vamos a refundar este Chile.

Tenemos que ampliar la democracia, tenemos que ampliar la participación, tenemos que convocar hasta el último rincón de Chile a ser parte de este proceso. La Convención debe ser un proceso participativo y transparente, que puedan vernos desde el último rincón de nuestro territorio y oírnos en nuestras lenguas originarias que han estado postergadas durante todo lo que ha sido el Estado-Nación chileno. Por los derechos de nuestras naciones originarias, por los derechos de las regiones, por los derechos de la Madre Tierra, por el derecho al agua, por los derechos de las mujeres y por los derechos de nuestros niños y niñas.

Quiero expresar también mi solidaridad con los otros pueblos que sufren. Hemos escuchado por la televisión lo que ha ocurrido con los niños indígenas de Canadá, es vergonzoso cómo el colonialismo ha atentado y atacado el futuro de las naciones originarias. Nosotros, hermanos y hermanas, somos un pueblo solidario.

Quiero agradecer aquí a la autoridad originaria del pueblo mapuche, a la Machi Francisca Linconao, por su apoyo. También tengo una madre que me está mirando desde mi comunidad de Lefweluan, una madre que hizo que esta mujer pudiera estar acá. Agradecimiento a todas las mujeres que luchan por el futuro de sus hijos e hijas. Finalmente, mandarle un saludo a los niños y niñas que nos están escuchando, que nos están viendo.

Hoy se funda un nuevo Chile plural, plurilingüe, con todas las culturas, con todos los pueblos, con las mujeres y con los territorios, ese es nuestro sueño para escribir una Nueva Constitución.

¡Mañum pu lamngen!

(Gracias hermanos y hermanas)

¡Marichiweu! ¡Marichiweu! ¡Marichiweu!

(Diez veces venceremos, diez veces venceremos, diez veces venceremos)

ELISA LONCON ANTILEO
Presidente
Convención Constitucional

Fuente: https://piensachile.com/2021/07/05/texto-y-video-completos-del-discurso-de-elisa-loncon-luego-de-ser-elegida-presidenta-de-la-convencion-constituyente/